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La vida que soñé

¿Cuál es el sentido de la vida? ¿A qué venimos? Estas no son las preguntas que se hace un niño cuando sueña con la vida. O al menos no son las que yo me hacía. Cuando eres niño nunca te detienes a cuestionar la existencia, la vida simplemente pasa, como el viento, como la tarde, sin cuestionamientos.

Tengo la idea de que siempre tuve el claro el “cómo” pensaba que iba a ser mi vida, aunque nunca me cuestioné: el “para qué”. Supongo que la respuesta a estas preguntas llega de diferente manera y a diferente tiempo para todos.

Por eso no me sorprende que ahora, con la perspectiva del tiempo a mi favor, pueda alcanzar a entender cómo era esa vida que soñé iba a tener. Y tal vez en esta columna no me voy a detener a hablarte de los detalles concretos de cómo se veía esa vida en mis sueños infantiles, porque no es eso lo más importante. ¿Qué más da? Si soñar con 2.5 hijos, una esposa hermosa y amorosa, un trabajo exitoso, el reconocimiento de quienes te rodean y el dinero suficiente como para solo enfocarte en las cosas más placenteras con las que sueña un niño cuando sueña en futuro.

Nunca tuve duda de que la vida iba a ser fácil y que iba a ser así, tal como las soñé. Qué las cosas iban a suceder porque sí. Como te la cuentan tus papás, tus maestras, tus tías, las películas, las canciones, los cuentos. Te acostumbras a soñar tu vida futura con tal claridad, como la verías en una maqueta, que es la misma para todos y a la que te educas y adoptas como propia.

Sin embargo, sucede que el problema nunca está en el “cómo”. Porque la familia, la esposa, el trabajo, el coche, lo que sea que integre esa idea del “cómo” va a ser la vida, no tiene en realidad nada de malo, siempre y cuando tengas claro el “para qué”.

¿Cuál es tu propósito, tu objetivo, tu misión? Cuando no tienes claro el “para qué”, el “cómo” tiende a estar de más. Y ahí es justamente donde las maquetas ya no nos funcionan igual a todos, porque llega el momento en que entendemos la respuesta a estas preguntas y entendemos que el acumulado de todos esos “cómo” tienen que ir alineados al “para qué”, porque ese es al final de todo lo que te define a ti, lo que define tu vida, lo que le da sentido

La vida que soñé no era exactamente la que me tocó. No iba a ser tan fácil y no todo iba a transcurrir de acuerdo con un plan místico trazado desde algún otro lugar.

La vida que soñé me trajo hasta aquí, a esta búsqueda que se extiende y se enfoca en el que -ahora sé-, es el sentido de la vida, mi vida.

La vida que soñé camina detrás de mí. Como una sombra siempre presente, atenta a los cambios y las curvas que puedan venir en el trayecto. Con sentido y claridad, hacia el amor y la trascendencia. Hacia esa vida con la que sueño hoy.

Sergio F. Esquivel – @sergio_escribe

Columna: De Paso.

Publicada por Novedades Yucatán el 11 de marzo de 2022

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