Del Silencio y la Soledad - @sergio_escribe - Columna - Editorial - Sergio F. Esquivel
Columnas De Paso

Del silencio y la soledad

Las cosas no son nunca como pensamos que van a ser. Solemos jugar -todos lo hacemos- a tener el control de las cosas, a pretender que, por el simple hecho de pensar en cierto sentido, la vida se alineará con nuestros deseos. Error, nunca sucede así.

Últimamente la vida me ha sorprendido enviándome al extremo opuesto de mi absurda idea de controlar el destino de las cosas. Con una especie de ironía dolorosa, brusca y de alguna forma también cariñosa. Nada ha sucedido de la manera en la que me imaginé que iba a pasar.

En todo caso, ha sido lo contrario. Estaba apenas comenzando unos días de vacaciones cuando recibí la noticia de la muerte de mi padre. En ese momento el tiempo se detuvo, todos los planes y expectativas desaparecieron. Tuve que dejarlo todo y viajar como pude de regreso a casa. Unas horas después de que logré regresar, recibí la noticia de que había dado positivo a Covid-19, por lo que en contra de todo instinto y necesidad, me tuve que aislar de todo el mundo. Solo en mi casa los siguientes 21 días.

Créanme cuando les digo que no hay peor soledad que la involuntaria. La soledad no me espanta.

Nunca lo ha hecho. Estoy acostumbrado a los silencios de mi casa, interrumpidos ocasionalmente por las travesuras de mi perro o las migraciones estacionales de los amores pasajeros.

Enfrentar el duelo de un ser querido es por sí mismo un silencio autoimpuesto. El mundo pierde su sonido y su color habitual, el tiempo empieza a correr en un ritmo diferente y la mente se pierde en el silencio que nos rodea.

Llegan entonces como cascada los cuestionamientos, las culpas, las explicaciones que nunca alcanzan y el ineludible reclamo a la vida por lo que acaba de pasar.

Este breve -es un decir- encierro autoimpuesto de 21 días me hizo descubrir otra forma de soledad y silencio.

Si me permito abandonar por un instante mis propias circunstancias y derrumbes privados, me queda entonces claro un panorama mucho más amplio y complicado. De tanta gente, cientos de miles de personas que todos los días desde hace muchos meses descubre este mismo silencio y esta misma soledad que me envolvió durante estos turbulentos tiempos de pandemia.

Cientos de miles de familias que se vieron forzadas a separarse, esperanzadas en que el apartamiento sería temporal y cuyo mejor deseo terminó convirtiéndose en un duelo solitario.

No sé hasta dónde llegará el impacto de tantas personas sufriendo lo mismo, encerrados en una casa silenciosa, aislados por las circunstancias, atravesando sus penas en soledad y silencio.

El duelo es largo y a todos nos afecta de una manera diferente, los efectos del duelo en este entorno particular de aislamiento se suponen devastadores.

Como sociedad, tardaremos mucho en recuperarnos. Habrá que aprender a ser más empáticos, cálidos, comprensivos con quienes nos rodean, porque la resaca será larga y llegará arrastrando a sus espaldas sus propias consecuencias.

 

Sergio F. Esquivel

Columna: De Paso.

Publicada por Novedades Yucatán el 25 de junio 2021

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