“Nadie aprende en pellejo ajeno…”, escuché decir a una señora que no conozco, pero que estaba sentada a mi lado en un avión. No hablaba conmigo, sino con quien supongo era su hija del otro lado de la bocina del teléfono. Escuché cómo la regañaba y le repetía esa frase una y otra vez. Me hizo pensar en todas las veces que oí ese mismo refrán a lo largo de mi vida y cómo estos son repetidos una y otra vez de modo que terminan siendo aceptados como certezas, cuando no siempre es el caso en la realidad.
La idea de que nadie aprende en pellejo ajeno va en torno a la experiencia y la imposibilidad de entender o vivir algo a menos de que esto sea a través de una experiencia personal y directa.
Les cuento esto porque contrario a lo que sugiere el viejo refrán, de alguna manera podemos vivirlo por medio de alguien más; experimentar el dolor, la tristeza, la alegría, la pasión, la pérdida a través de los ojos y las palabras de otra persona. Cuando existe la cercanía, cuando hay conexión y comunicación, la intimidad abre sus puertas a estas vivencias que se transmiten con fluidez, como si el simple hecho de estar y compartir la recreación de lo ocurrido con alguna persona te permitiera experimentar una versión real de algo que en realidad no viviste. Una versión distinta, pero real. Cada quien lo vivirá a su manera y a su forma, para nadie será igual, sin embargo, el impacto de la experiencia, el aprendizaje y el crecimiento derivado del mismo se puede transmitir con pureza y verdad.
Algo similar ocurre cuando entiendes el impacto que recibes de alguien a quien quizá, no conociste nunca. Personas que lograron en su paso por este plano de la existencia llegar a transformar la vida de tantas personas. Creo que esa es una forma más de trascender, cuando tus acciones, tus palabras, todo lo que fuiste, alcanza y conecta con personas a las que nunca conociste, tal vez incluso en otro tiempo.
Es a través de estos vínculos de intimidad y cercanía que podemos comprobar cómo nuestra forma de ver y entender la vida puede transformarse por el impacto y experiencia recibido al conocer a alguien o vivir algo a través de otra persona. Estoy seguro de que, si te detienes a pensarlo, encontrarás cómo estas conexiones han transformado tu propio camino.
Esta semana para mí se volvió especial, porque a la distancia y sin entenderlo, me encuentro tratando de honrar la vida y el recuerdo de alguien a quien nunca conocí, más que a través de las sonrisas en una fotografía o la voz grabada en un viejo video. Que en su camino breve y trascendente dejó amor, risas y sueños para tantas personas, y en su partida una enseñanza y un camino de transformación, de luz y de vida para aquellos con quienes habrá de reencontrarse en otro tiempo.
Las conexiones, enseñanzas y aprendizajes que llegan a nuestras vidas -a veces de manera fortuita nos confirman que no solamente es posible vivir una experiencia a través del otro, sino que nuestra comprensión, nuestra empatía y en muchos casos nuestra capacidad de amar, crecen y se fortalecen gracias a estas experiencias. Experiencias compartidas a pesar del tiempo y la distancia, que generan vínculos que trascienden cualquier distancia, tal vez para siempre.
Sergio F. Esquivel – @sergio_escribe
Columna: De Paso.
Publicada por Novedades Yucatán el 7 de enero 2022
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