La tarjeta de la vida - @sergio_escribe - Columna - Editorial - Sergio F. Esquivel
Columnas De Paso

La tarjeta de la vida

Nunca he sido un gran golfista. Vaya, ni siquiera un buen golfista. Creo que mi amor por ese deporte es más grande que mis cualidades para jugarlo. Está bien, no me obsesiono, para mí y para muchos el amor al golf va más allá de ganar o perder una partida.

Cuando me inicié en el golf mi papá me dijo: —“el golf es como la vida, pondrá a prueba tu temple”. No se equivocó.

Al salir al campo y tratar de completar el recorrido en la menor cantidad de golpes posibles, la tarjeta se vuelve el objetivo del golfista. Sí, esa tarjeta de cartón en la que escribimos nuestros resultados hoyo a hoyo. Mientras más limpia la tarjeta, mientras menos accidentes y números grandes tenga, mejor será nuestro score final. No importa todo lo que ocurra durante tu ronda de golf, al final es la tarjeta la que, en números, refleja lo que fue nuestro desempeño.

Cuando conocí a Nacho ambos comenzábamos en el camino del golf, aprendimos juntos a lo largo de muchas yardas de juego y convivencia. Cada sábado me preguntaba: —¿Cómo te fue? Y siempre le respondía: —Jugué muy bien, aunque mi tarjeta no lo refleja.

Siempre le causó risa esa respuesta y no perdía la ocasión de hacerme burla por eso. La realidad es que siempre sentí que había jugado mejor de lo que mi tarjeta reflejaba.

Y así como en el golf, en el juego de la vida nos pasa igual. A veces sentimos y pensamos cosas que nuestras acciones y actitudes no reflejan. Nos justificamos siempre con las distracciones del tiempo y el espacio, con la urgencia que nos desvía a dedicar nuestra atención a cosas que tal vez no son las más importantes. Hasta que es la vida misma la que nos da una sacudida que nos recuerda que nuestras acciones deben alinearse siempre con nuestros sentimientos y emociones.

Voy a permitirme ser egoísta para hablar de mi amigo. Nacho desde el primer día fue transparente; con la agudeza de su sentido del humor, su lealtad, su franqueza. No cabía duda de que lo que veías reflejaba quien era.

Siempre fue generoso con su amistad, con el vino, con el pan, con el trabajo, con las ideas, con su tiempo. Supo cosechar muchas relaciones fraternas, tuvo muchísimos amigos, no me atrevería a pensar que yo era el mejor, no lo fui; sin embargo, cada vez que compartíamos el campo o la mesa, sus acciones me reafirmaban lo buen amigo que era y el porqué tanta gente lo quería.

Nacho se fue antes de tiempo. No soy el más indicado para enlistar sus muchas virtudes, ya muchos se encargaron de hacerlo de mejor manera. Hace un par de días recibí la noticia y llegaron a mi mente los rostros de tantas personas que disfrutaron de su amistad, de su generosidad, de su apoyo irrestricto y de su cariño incondicional, como yo.

Dentro del dolor de estos tiempos en que la muerte parece acechar a la vuelta de cada esquina, me queda el consuelo de contar con su amistad que no nos abandona. Por el contrario, Nacho nos deja la invitación para seguir su ejemplo y asegurarnos de que en adelante nuestras acciones reflejen fielmente la realidad de nuestros sentimientos y nuestra vida.

Nacho, en el juego de la vida tu tarjeta está limpia; refleja perfectamente lo bien que supiste jugar.

Te vamos a extrañar.

 

Sergio F. Esquivel

Columna: De Paso.

Publicada por Novedades Yucatán el 6 de agosto 2021

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