Existen tantas cosas de la vida que nos pasan inadvertidas. Con las que nos acostumbramos a vivir sin pensar realmente por qué las cosas son como son. Respiramos sin pensar. ¿No es así? Respiras, porque tu cuerpo lo hace quieras o no. No es una decisión consciente ni razonada, simplemente es. Nadie va por la vida pensando en respirar, simplemente respira y ya. Hay muchas cosas que sabemos, pero en realidad no entendemos. Nuestra vida transcurre independientemente de que la entendamos o no. Nunca deja de sorprenderme lo mucho que creo saber de las cosas que ocurren a mi alrededor y lo poco que en realidad entiendo.
La gravedad es una de esas cosas. Una fuerza inexplicable que genera una atracción de un cuerpo hacia otro. Una atracción ineludible; de la misma manera que el sol la ejerce con los planetas que orbitan a su alrededor, la tierra lo hace con la luna, los satélites y también con nosotros. Si estás leyendo esta columna sentado, es porque existe una fuerza invisible que te mantiene ahí pegado a la silla y no flotando incontrolablemente como una pluma suspendida en el aire.
Si le preguntas a un físico, te hablará de la teoría de la relatividad y cómo concibe la fuerza de gravedad como una característica geométrica del espacio-tiempo -lo que sea que eso signifique-. No tengo una explicación clara de por qué ocurre este juego de atracciones en realidad, pero la vida sigue y la gravedad nos afecta igual, lo entendamos o no.
En la vida todo gira en torno a la perspectiva y funciona por igual para enormes planetas a millones de kilómetros de distancia que para pequeñas piedras que encuentras en el piso, a final de cuentas ¿qué es un planeta sino una piedra gigante flotando en el espacio?
De la misma manera en que ocurre con los objetos celestes, hay personas que generan para cada uno de nosotros una inexplicable fuerza de atracción. Personalidades magnéticas que queramos o no nos conectan y nos hacen orbitar a su alrededor.
-Tienes en el pecho un imán que me jala hacia ti y no puedo evitarlo…- le confesé sin sonrojarme alguna vez a una de estas personas mágicas que llegan a tu vida y te revelan su espíritu, su interior, su esencia, que modifican la geometría del espacio-tiempo de tu vida y te atrapan en un campo gravitacional que se convierte en una fuerza de atracción inexplicable y poderosa.
Creo que no podría nunca explicar con palabras ¿qué es el amor? De la misma manera en la que no puedo tampoco describir qué es lo que provoca en realidad la fuerza de gravedad. Pero entiendo perfectamente que existe un vínculo abstracto y difícil de entender entre ambos. Como un hilo que une ambas fuerzas, que son en realidad una y la misma. Que se extiende a través del tiempo. Una fuerza que nos empuja a uno hacia el otro a pesar de la cercanía o los millones de kilómetros de distancia. Un vínculo intangible que en muchos casos marcará el destino de nuestra vida, incomprensible e ineludible; como respirar, como la vida misma.
Sergio F. Esquivel
Columna: De Paso.
Publicada por Novedades Yucatán el 29 de octubre 2021
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